En un demoledor fallo, la Corte Suprema de Chile ha puesto un alto a la campaña de desprestigio contra Claudio Crespo, el ex carabinero que fue acusado en el caso de Gustavo Gatica. El máximo tribunal ordenó a la polémica senadora, Fabiola Campillay, eliminar todas las publicaciones que lo señalan como “violador de derechos humanos”, dejando en evidencia la persecución política que ha sufrido.
La decisión del tribunal golpea directamente a Campillay, figura emblemática del movimiento octubrista, quien deberá retractarse de sus acusaciones infundadas. La Corte dejó claro que ni siquiera una parlamentaria puede usar las redes sociales como plataforma para destruir la reputación de las personas sin pruebas concretas.
En un contundente mensaje, la Tercera Sala del máximo tribunal recordó que la libertad de expresión tiene límites, especialmente cuando se trata de dañar el honor de las personas. El fallo desnuda la estrategia de ciertos sectores de izquierda que han convertido las redes sociales en tribunales populares, donde se condena sin pruebas ni debido proceso.
Este triunfo judicial de Crespo representa una bofetada a quienes han intentado destruir su imagen pública. La Corte Suprema ha puesto las cosas en su lugar, defendiendo los derechos de un funcionario que ha sido blanco constante de ataques ideológicos y campañas de desprestigio.
La victoria legal de Crespo expone la doble moral de ciertos sectores políticos ¿Olvidamos acaso cuando la misma senadora Campillay llamó abiertamente a “quemar Chile” durante las protestas contra el gobierno de Sebastián Piñera? Mientras ella exige justicia, más de 3 mil carabineros siguen enfrentando procesos judiciales, víctimas de una maquinaria legal que parece tener un solo norte: la persecución política. ¿Cuándo veremos a la senadora pidiendo perdón por el daño causado al país y a las instituciones?
Este fallo no solo reivindica a Crespo, sino que también expone la verdadera cara de quienes, escudados en la política, han convertido la difamación en su arma favorita. La justicia, esta vez, ha hablado alto y claro.